domingo, 26 de febrero de 2012

DEL GLIFOSATO NO SE HABLA...



LOS SECRETITOS DEL GLIFOSATO.

El glifosato fue desarrollado para la eliminación de hierbas y de arbustos, en especial los perennes, y comenzó a comercializarse a mediados de la década del ’70. Es un herbicida de amplio espectro, no selectivo y de acción sistémica, altamente efectivo para matar cualquier tipo de planta, que es absorbido principalmente por las partes verdes de los tejidos vegetales y después pasa y contamina a la salvia, provocando la necrosis de dichos tejidos y la muerte la planta.
Los efectos en humanos, incluyen irritaciones dérmicas y oculares, náuseas y mareos, edemas pulmonares, descensos de la presión sanguínea, reacciones alérgicas, dolores abdominales, pérdidas masivas de líquido gastrointestinal, vómitos, pérdidas de conciencia, destrucción de glóbulos rojos, electrocardiogramas anormales y daños o fallas renales.
Su utilización, no obstante tantos efectos secundarios sobre la salud humana y el ambiente, se relacionó con el paradigma de la producción agrícola con transgénicos.

“Revolución verde”

La “Revolución verde” introdujo variedades de alto rendimiento desde la década del ‘50, gracias a la citogenética, y se basó en la producción a gran escala, el monocultivo, el uso intensivo de fertilizantes químicos sintéticos y agrotóxicos, el alto grado de mecanización y la dependencia del mercado. Los receptores de esta “Revolución...” fueron los países subdesarrollados, pero las compañías multinacionales de procesamiento y manufactura agrícola fueron las más beneficiadas.
La industrialización de la producción introdujo, en los ‘70, los “paquetes” tecnológicos, y continuó impulsando el desarrollo de los transgénicos. Desde hace unos años, la introducción de elementos de la genética para mejorar la producción, a fin de terminar con el hambre mundial y la escasez de alimentos, chocó con la realidad que negó el carácter redentor de la “Revolución...”.
Los cultivos transgénicos promovidos por un grupo reducido de transnacionales pasaron de la nada -el primero se obtuvo en 1983- a más de 67,7 millones de hectáreas en 2003. Prácticamente en su totalidad, reemplazaron a sustancias químicas de amplio uso, especialmente insecticidas (Bacillus thuringiensis) y herbicidas (glifosato o glufosinato, fabricados por las mismas empresas que venden las semillas). A su vez, la mayoría de las plantas incorporaron un gen marcador de resistencia a los antibióticos. Se venden formando parte de un “paquete de tecnología” que incluye la semilla y el herbicida al que es resistente. Los dos productos principales son el “Roundup Ready”, de Monsanto, que tolera su herbicida “Roundup” (glifosato), y el “Liberty Link”, de AgrEvo, que se asocia al “Liberty” (glufosinato).
Los herbicidas, por su naturaleza sintética, concentración, forma de aplicación e interacciones con el medio, pueden provocar contaminación, destrucción de habitats y efectos sobre la biodiversidad. A esto hay que sumarle los impactos sobre la salud humana.
Como todas las semillas transgénicas están patentadas, surgió el fenómeno de los “contratos de semillas”, que estipula qué marca de plaguicidas deben usar los agricultores. Esto constituye un mercado cautivo que las multinacionales vienen creando desde hace años. Monsanto tiene el 80% del mercado mundial de las plantas transgénicas, seguido por Aventis, con el 7%; Syngenta (antes Novartis), 5%; BASF, 5% , y DuPont, 3%. Estas empresas también fabrican el 60% de los plaguicidas y el 23% de las semillas comerciales. El 99% de la producción transgénica se concentraba en 2003 en seis países: Estados Unidos (63%), Argentina (21%), Canadá (6%), China (4%), Brasil (4%) y Sudáfrica (1%).
De los herbicidas disponibles en el mercado interno, el glifosato, el 2,4 D y la atrazina son los más comercializados. El primero de ellos representa el 37% del total de los utilizados y su consumo pasó de 1 millón de litros en 1991 a 200 millones en 2007.
Para aprobar los alimentos transgénicos que las compañías producen, la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en ingles), no realizaba ningún examen o prueba, sino que tomaba los datos que las mismas compañías les proporcionaban, que eran confidenciales. Sin embargo, un informe publicado en la revista Nutritional Health por I. F. Pryme y R. Lembcke resaltó que en los estudios científicos sobre transgénicos no financiados por la industria se comprobaron serios problemas para la salud humana, que nunca aparecieron en aquellos financiados por la industria de alimentos. Por otra parte, el rechazo de los consumidores y de los fabricantes y grandes comercializadores de alimentos en Europa redujo el consumo de los alimentos transgénicos.
Durante los últimos años se dictaron diversas normas provinciales y municipales para los alimentos genéticamente modificados o transgénicos y legisladores nacionales presentaron diversos proyectos de leyes específicas, quienes tuvieron en cuenta que los correspondientes cultivos fueron impulsados principalmente en la región pampeana, que es la de mayor potencial productivo y económico.
Informes del Foro Ciudadano de Participación por la Justicia y los Derechos Humanos demostraron que habitantes de las áreas con más cultivos de transgénicos y utilización de glifosato de las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Misiones y Formosa están afectados por “gravísimas enfermedades”, como cáncer, deformaciones, abortos espontáneos, alergias y otras. Son indicadores suficientes para plantear la problemática entre glifosato y daños a la salud y al ambiente.

Fuentes: Impactos sanitarios y ambientales del glifosato: Las implicaciones del aumento en la utilización de glifosato en asociación con cultivos genéticamente modificados. Julio de 2001. Informe realizado por David Buffin y Topsy Jewell, miembros del Pesticide Action Network, UK. Tabla basada en datos de: Monsanto Company, 1985, Toxicology of Glyphosate and Roundup Herbicide. Monsanto Company, Department of Medicine and Environmental Health, Missouri, USA; Monsanto Company, Web Site:www.monsanto.com, 18th January 1998; Monsanto Advertising Supplements in Farmers?s Weekly, Roundup 91, 7 June 1991, and Roundup 92, 5th June 1992; Pesticide Outlook, Dec. 1997, Royal Society of Chemistry, Vol. 8, No. 6, pp3-4
*Artículo elaborado en base al Informe de Villar F. y Medina H., “Glifosato y Transgénicos, el caso argentino y las consecuencias sobre la salud”, OET, Foro Ciudadano de Participación por la Justicia y los Derechos Humanos (FOCO), 2008. Más información: www.foco.org.ar

Articulo publicado en Saber como. Publicacion del I.N.T.I 

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